Monteros de Encinasola o el placer de montear como antaño

No nos duele en prenda reconocer públicamente que disfrutamos MUCHO cada vez que monteamos con el Club Deportivo MONTEROS DE ENCINASOLA.

La sociedad onubense capitaneada por Paco Berjano y Antonio Luís Boza es de las que más años llevan defendiendo las tradiciones y los viejos modos de la montería española por las Sierras de Aracena y Picos de Aroche, y de unos años a esta parte también por la sierra extremeña, donde ha sentado cátedra en fincas como Las Mengachas, una de las monterías «estrella» del calendario de este maravilloso grupo montero que no para de regalarnos jornadas para el disfrute cazando entre amigos.

¡Que bonitas son sus manchas y que buena gestión vienen haciendo en los últimos años para recuperar el buen nombre que tenían esas ilustres monterías de Encinasola! Y que alegría da el ver como cada temporada con más frecuencia y en mayor número van apareciendo esos magníficos venados y esos tremendos jabalíes arochos que siempre nos ha regalado esas benditas sierras, y como se van recuperando los resultados de antaño.

Todo evoluciona favorablemente menos los precios, que por suerte para los monteros siguen estancados en el pasado y nos permiten ir a dos monterías por el precio de una de cualquier calendario en abierto actual.(Espero que este último comentario no lo lea la organización, o estamos jodidos).

Bromas aparte, lo cierto y verdad es que el programa de Monteros de Encinasola lo tiene todo para ser feliz monteando. Es económico y cumplidor, te ofrece la oportunidad de abatir ese venado o jabalí en abierto con el que todos soñamos, disfrutas de un maravilloso ambiente, comes bien, y ves como la organización se vuelca en atenciones con los monteros para que todo el mundo salga contento después de haber disfrutado de un día de montería viendo cazar a esos magníficos podencos paterneros que llevan sus rehalas, y comprobar como se siguen haciendo las cosas con el gusto y el sabor de antaño.

Aquí nadie te garantiza nada, y probablemente haya días, muchos días, que no veas un rabo, mientras otros compañeros se tuestan las pestañas pegando tiros. Pero incluso en esos días aciagos te vuelves a casa con la satisfacción de haber vivido un día de montería en condiciones y con la tranquilidad de que nadie te ha tomado el pelo ni te ha robado la cartera. Y eso no tiene precio.

Nos vemos en el monte.